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C A R T A

ANTES  de los  T R E I N T A

15 de enero de 2024
Por Margo

La BSO de este nuevo año comenzó con un himno al amor propio firmado por una polifacética, Miley Cyrus.
 
Con permiso, “claramente” - disculpad mi penoso ingenio - de la última sesión musical del productor argentino más escuchado de los últimos años, Bizarrap, junto a la imparable, Shakira. Yo creo que hasta él mismo se quitó el sombrero – gorra, en su defecto - ante el alcance y repercusión que la colombiana del “Hips don’t lie” cosechó en apenas unas horas.
 
Aún lejos del estratosférico número de reproducciones del “Quédate” de Quevedo, el verso: “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” no merece menos eco. Y es que justo cuando os escribo estas líneas, el 9 de marzo, la resaca del Día Internacional de la Mujer sigue acomodada en mi sistema.
 
El poso que nos deja el 8M sigue latente en nuestro cuerpo, impregnando cada una de nuestras células con una energía que nos sigue retumbando varios días después como una gran batucada.
 
A toda esta resaca emocional, permitidme conectar ese ‘Flowers’ de Miley Cyrus con el capítulo 8 - ¿casualidad? – de la última serie de HBO Max, ‘The Last Of Us’, donde empatizamos con una pre-adolescente, Ellie, forzada a salirse del molde de la niñez para forjarse en la valentía y curtir su carácter desde la máxima (casi total) desolación en un ambiente abusivo y distópico. Como Ellie, mujeres - ¡y niñas! - de todo el mundo deben ser guerreras, ser supervivientes.
 
Tristemente, nos vemos obligadas constantemente a demostrar nuestra valía en todos los ámbitos y esferas de nuestra vida laboral y privada, así como nuestro derecho a ser reconocidas en multitud de espacios ya ocupados por nuestros compañeros hombres.
 
¿Acaso no te parecieron absolutamente ridículas las exigencias a una embarazadísima Rihanna para el medio tiempo de la Super Bowl 2023?
 
Sin ánimo de desprestigiar el trabajo del artista invitado del año pasado, The Weekend, no creo que su ejecución en directo fuera mejor que el de Riri. Y ya, ni mencionar el espectáculo que nos brindaron JLo y Shakira, Beyoncé o Katy Perry. Que yo recuerde no se llenaron las redes sociales con infinitos hilos de Twitter como los de este año, reclamando una vuelta a los escenarios de la artista y empresaria originaria de Barbados mucho más espectacular.
 
A mí, desde luego, me dejó con la boca abierta. Quince intensos minutos en los que millones de americanos forofos del fútbol debieron pensar: “Hoy echan un concierto de Rihanna en la tele, los jugadores son meros ‘espontáneos’ del show”.

Si bien ya contamos con varios logros que celebrar, es nuestro deber rasparnos las cuerdas vocales por aquellas a las que se les arrebató la voz en defensa de sus derechos con la vida como moneda de cambio.
 
A pesar de toda la lucha y el transcurso de los años, aún existe la inseguridad cuando se nos hace la hora de volver a casa, el miedo entre las cuatro paredes de muchos hogares y espacios de trabajo, así como, en las cortas distancias interpersonales alegando que eso no es terror, sino amor.
 
Además de todo ello, tu situación geográfica puede resultar un factor determinante con respecto a tu derecho al placer libre, al acceso a la educación, a mostrarte sin harapos, a ser un individuo libre y no el complemento de otro. Tu derecho a ser libre por nacimiento se ve reducido a un deseo prohibitivo y castigable por la sociedad en múltiples lugares del mundo.
 
Por ello, Mujer – sí, con mayúsculas porque así somos - que lees estas líneas, señala las injusticias que ves a tu alrededor, quéjate de las dificultades por las que pasan tu madre, tu amiga, tu hermana, tu prima o tu amiga por el simple hecho de haber tenido la gran suerte de haber nacido en clave femenina.
 
Tal y como recitaba la fantástica Rupi Kaur en uno de sus poemas: “Quiero pedir perdón a todas las mujeres a las que llamé ‘bonitas’ antes que inteligentes y valientes […] Tú eres resiliente, tú eres extraordinaria. Y no porque no piense que eres bonita, sino porque me he dado cuenta de que eres muchísimo más que eso”.
 
Llevo tiempo entrenando mi mente para visualizar y decodificar mi realidad a través de la mira de la abundancia y es que, año tras año, me siento igual o más rica que el anterior. Por ello, esta carta – la más especial del año – se la dedico a mis personas vitamina (familia, amigos y compañeros de trabajo) - que me hacen tremendamente feliz, especialmente, el noveno día de marzo. “Naranjas, naranjas, limones, limones… para todos mis amigos que valen millones”. (Apúntate esa, Biza).
 
Hace un año escribí y defendí que puedo sentirme igual de joven – a ver, que lo soy – con veintimuchos e ilusionada por la multitud de vivencias fantásticas que aún me están por llegar. Son muchos los constructos y lacras sociales – la edad, por ejemplo, es una de ellas - que las mujeres cargamos día a día, escalón a escalón, hasta alcanzar el dichoso techo de cristal para romperlo a mazazos. Ralladura a ralladura, conseguiremos que se haga añicos.

Hoy soplo el número de velas que correspondería a los “veintitodos”. La ya-no-tan-extensa pasarela hacia los treinta tacos está a 365 días a partir de hoy y, por lo tanto, esa cronofobia irracional es cada vez más intensa y aguda. Aunque aún me sigan echando unos cuatro o cinco años menos – el buen skincare funciona, chicxs - voy a aprovechar este tiempo con “apremio”.
 
Cotilleando por la red, descubrí varias listas de "Cosas que hacer antes de los 30”. Algunos de “to-dos” esos “to-do” ya los puedo tachar, por lo que no ando tan mal desencaminada, ¿no? No me convencía ninguna al completo, así que he hecho una a mi medida. En mi lista incluyo vivir una temporada fuera de España, terminar alguno de los guiones que tengo a mitad, volver a clases de interpretación y animarme a presentar mis proyectos a alguna productora.
 
P.D. También quiero ver el musical de 'El Rey León' en Madrid, por si alguien quiere tachar ese ‘to-do’ de su lista.
 
Realizar este ejercicio me ha permitido observar mis veintinueve años con una perspectiva compasiva y reconciliadora conmigo misma. ¡Cuántas cosas he hecho y cuántas cosas nuevas me quedan por hacer! Y es que, ya sea solos o en compañía, Miley nos recuerda: “I can take myself dancing, yeah, I can hold my own hand”.

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