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C A R T A

P A' F U E R A  lo  MALO

1 de octubre de 2021

Por Margo


     Permitidme parafrasear al popular tándem que salió de ‘OT 2017’, ‘Aitana War’, que declamó los pegadizos versos firmados por Brisa Fenoy: ‘pa’ fuera lo malo’. Un mantra que, difícilmente, podíamos dejar de tararear.

     Hace unos días que pusimos el primer pie en la estación del otoño. Momento en el que los árboles se despojan de todo aquello que les sobra, se desnudan y se preparan para una nueva etapa. Como si nos enseñaran sus vergüenzas, sus mentirijillas ramificadas o sus secretos más gordos en cada anillo de su tronco. Aquellos que abrazan al siguiente y contienen otro más pequeño y al final todo se hace un poco bola. 

Aplicándonos el símil, la mayoría de nosotros también sentimos el leño de un sauce en el centro del pecho. Y todo ese peso también lo necesitas sacar afuera. Todo lo malo: fuera. A partir de ahí, que se nos adhiera el resto.

Creo que yo también me he deshecho un poco de todo lo accesorio para abrigarme con lo que me hace sentir mejor. Me he atrevido con nuevos retos y desafíos de carácter personal – que llevaban muchos años en un estado de ‘in the making’ mental – y gracias a esas minidosis de valor ya voy entrando poco a poco en calor.

     Para este segundo mes de la revista y décimo del año, me he decantado por una espléndida obra de la Casa Balmain. Una pieza de magnífica ejecución e impecable técnica para lograr ese efecto 'wet' que Zendaya  presumió durante la celebración del Festival de Cannes en la promoción de su último estreno junto a Timothée Chamalet, 'Dune'.

Con esta ilustración, quería trasladaros mi percepción y sensación de desnudez del cuerpo inspirándome en los árboles de hoja caduca. Cada vez somos más transparentes y sin nada (o mucho)  que ocultar. Como si la ropa fuera una segunda piel y ya no hubiera nada más que eso. 'Sin trampa ni cartón'. 

     Es momento de vaciarnos de lo que no vale y de conectar nuestro modo 'ahorro de batería inteligente'. Desde hace un tiempo hasta ahora, he querido evitar un alto consumo de energía innecesario y no dedicar demasiado tiempo a todo aquello que me deja en porcentajes rojos.


     Este año -incluso, parte del anterior- me he notado más irascible por diversos motivos. El principal: no pasar tiempo de calidad conmigo, invirtiendo en lo que me hace esparcir la mente y en lo que, de verdad, siento que me acerca a mis propósitos. Y lo más ‘fuerte’ de todo, es que a gran parte de mis amistades le ocurre exactamente lo mismo.

También me di cuenta de que parte de mi tiempo lo perdía “tontamente” delante de una pantalla, así que estoy tratando de hacer 'dieta de choque' con las redes, como Instagram. Total, nunca me tocan los sorteos. Evidentemente, en un mundo tan digital e hiperconectado, no me vuelvo a las cavernas. Simplemente, he optado por reducir mucho más el tiempo que paso frente al teléfono móvil y evitar el contenido tóxico que - voluntaria e involuntariamente - consumo y absorbo de él a diario.

     Me quiero comprar un libro que a todo el mundo le fascina. Lo firma la doctora, Marian Rojas-Estapé, y se llama: “Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida”. Al final todo se reduce a una cuestión de actitud frente a la vida y este libro lo explica a las mil perfecciones.


Como ella expuso en una ocasión, la sociedad anda muy inflamada. Sinceramente, siento que llevamos mucho tiempo con el “-itis” colgado a la espalda. ¿Alguna vez te has pillado un rebote monumental porque perdiste el metro o autobús cuando pasaba el siguiente a los 7 minutos? Eso es un poco más que 'Bohemian Rhapsody'. A mí me pasó hace dos semanas y os juro que me creí muy chica Almodóvar: "Mujer al borde de un ataque de nervios".

Y ahí decidí parar, porque sabía que algo no estaba funcionando tal y como debía funcionar. Sentía que mi máquina llevaba rota, por lo menos, un año porque no era capaz de ver -o mejor dicho, apreciar- las cosas positivas que me estaban sucediendo. Siendo honesta, también es cierto que pocas cosas me han salido tal y como las tenía planeadas este año. Es más, ni el anterior. Y el mejor antiinflamatorio para eso no es un ibuprofeno, es la aceptación

Comprender que la única constante es el cambio y que lo mejor es que no nos atengamos a ningún plan preestablecido, porque rara vez el ideal se ajustará a la realidad.

Para ir cerrando esta carta, os recuerdo que este mes celebramos 'Halloween'. Por seguir la 'broma', creo que es una buena ocasión para exorcizar a todos nuestros demonios y que el único pecado que nos preocupe sean los trucos y sus tratos - o tragos- y atiborrarnos a dulces sin importarnos lo mucho que nos dolerá la tripa -y la cabeza- al día siguiente.

Sí, es el mejor momento para quemar en la hoguera todo lo que nos haga mal y nos desequilibren los chakras.


Por último, permitidme parafrasear al popular Akelarre que conjuró los pegadizos encantamientos compuestos por Lola Índigo: “Yo ya no quiero na’".


Na' de lo malo

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