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C A R T A
FAKE IT until you MAKE IT
1 de junio de 2023
Por Margo
Tal y como nos aconsejó Rihanna a pie de photocall para esos días en los que no nos sale sentirnos seguros de nosotros mismos: "Pretend. Fake it until you make it”. Sin duda se ha convertido en mi “frase-comodín” estrella para combatir un incipiente síndrome del impostor que se burla de mí con dedo acusador y risas enlatadas.
Hace unos días tuve una segunda entrevista para un puesto de trabajo y recuerdo que mi interlocutor me preguntó si me consideraba una persona segura de sí misma. “Guau”, pensé.
Ya sospechaba que a lo largo de nuestra pequeña charleta estaba siendo psicoanalizada, pues mi entrevistador tenía formación previa en psicología. Vamos, que al proceso de selección le faltaba sólo la “fase 6: el polígrafo”.
Uno de los avisos o “friendly reminders” que me compartió al finalizar, es que el puesto al que aspiraba estaba supeditado a una crítica continua – constructiva, imagino - día sí y día también y, por lo tanto, necesitaban en su equipo a una persona segura de sus decisiones en todo momento o, al menos, aparentarlo de cara a la galería. ¿Sería capaz de sobrellevarlo? ¿Sería capaz de manejarlo con éxito y comodidad?
Supongo que como toda persona o usuaria que se expone en redes sociales y/o comparte lo que hace – sobre todo aquí, bajo la firma de ‘La Loge Magazine’ - siente una inseguridad sujeta a esa invitación al juicio ajeno y a la opresiva búsqueda de una validación externa. En el plano digital hay que destacar que la crítica queda fácilmente blanqueada bajo un user sin foto de perfil y un nombre compuesto por una ridícula cifra de números ordenados al azar.
Aunque aborrezco los ‘likes’, sí es cierto que creo – del verbo <crear> – con la intención de evitar, en la medida de lo posible, el limitante “qué dirán”. Este pensamiento restrictivo me ha llevado a la autocensura y a archivar gran número de fotos y vídeos - ¡ya montados, incluso! - de los que me sentía orgullosa desde un inicio. Siri: ¿cómo hacer que me la refanfinfle absolutamente todo?
Hace no mucho, me topé con el reel de un chico que viajaba verticalmente por mi lupa de Instagram y sus reflexiones me abrieron mucho los ojos.
En el vídeo aparecía corriendo, cruzándose con multitud de viandantes que iba dejando atrás. Mirando a cámara, decía: “Como yo, todas estas personas morirán algún día. Créeme que a nadie le importa tu vida. Ninguno de tus problemas o inseguridades es tan importante para el resto. Haz lo que te hace feliz y no pienses en los demás, porque están muy ocupados, preocupados en sus vidas”.
Si bien trato de trabajar, día a día, una progresiva confianza en mí misma y sentirme liberada de comentarios de terceros que no logran empatizar con mis deseos y aspiraciones, es complicado ignorar lo que puede rondar por la cabeza de los demás cada vez que posteo una foto o vídeo. Al final, siempre se me atasca la misma pregunta en la punta de la lengua: “Pero ¿quién diantres me creo?”.
Sin embargo, considero que “creérselo” es absolutamente esencial. “Fake it until you make it” – “Fíngelo hasta que se vuelva una realidad” – me parece la mejor de las estrategias para alcanzar tus sueños.
De hecho, un ejercicio de manifestación – eres libre de creerte estas cosas o no - te estimula a que te imagines la versión de ti a la que aspiras en un futuro. Si quieres, haz este ejercicio mental conmigo y apúntalo todo en un papel: ¿Qué harías, qué tendrías y cómo serías? Como resultado final sujetarás una foto entre tus manos en la que te verás a ti mismo transitando y experimentando tus objetivos ya logrados.
De una manera o de otra, replicar e imitar aquello que quieres conseguir te pone en una vibración diferente, en una posición nueva en la que te vas mimetizando con esa imagen o representación futura y te va entrenando para aquella actividad que quieres desarrollar. Cuando lo logres, te darás cuenta de que ya estabas preparado/a – tanto mental como físicamente - para ello.
Por ello, cada vez que veas a alguien en tu feed de Instagram mostrando al mundo su arte y/o sus pasiones e inspirando a otros en mil y una formas: sé empático. La parte más difícil de pulsar el botón de “compartir” es obviar todos esos “qué dirán” que tiran abajo todo aquello que nos construye y nos hace únicos.
De eso, hay que estar seguros.
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