WONDER BOY
Por MARGO

'Un éxito que sí debía suceder'
31 de agosto de 2021
Para quien no conozca a Olivier Rousteing, se convirtió en el director creativo más joven -lo hizo con tan sólo veinticinco años- en ponerse al frente de la firma francesa, Balmain. Título que diez años más tarde y cientos de impecables trabajos a sus espaldas, sigue ostentando hoy en día.
Este filme-documental retrata la vida del joven diseñador que te invita a pasar adentro de cada una de las esferas de su vida privada. Empezando por su atelier en París -donde tiene lugar todo el proceso creativo, la confección y fittings con las modelos-; los frenéticos backstage y sus altos picos de estrés en los minutos previos al desfile; la inmensidad de su lujoso hogar donde -él mismo nos reconoce- resuena la soledad en cada una de sus fastuosas estancias; el calor reconfortante que irradia la casa de sus abuelos; la sinceridad que salpica a cada una de las conversaciones que mantiene con su chófer Mohammed -a las que nos hace cómplices- en cada uno de sus trayectos rutinarios al trabajo o vuelta a casa... etcétera.
Momentos que nos hacen acortar la distancia con Rousteing y apreciarlo como un amigo de toda la vida al que, seguramente, acribillarías a stickers en Whatsapp.
Pero, sin duda, el hilo conductor que va hilvanando la película de principio a fin -destacando por encima de las demás tramas personales que contextualizan y decoran el fondo- es la búsqueda de su familia biológica para descifrar y dar respuesta a sus enigmáticos orígenes.
Así, la pregunta que nos acompaña a lo largo de los, aproximadamente, 80 minutos es: ¿Lo conseguirá? La magia de la película - influida, en cierto modo, por los vínculos que Olivier y la directora Anissa Bonnefont logran construir con el espectador - hace que nuestros deseos se alineen con los suyos propios y sólo aceptemos un 'sí' como última respuesta.
El diseñador trata de desestructurarse -como quien lo hace con una chaqueta- para comprenderse y volverse a construir. Así, a través de ‘Wonder Boy: el niño prodigio’ llegamos a conocer a un Rousteing profesional, meticuloso, perfeccionista, reflexivo - atributos que trascienden mucho más allá de las paredes de su taller y traspasan las puertas del resto de sus parcelas vitales- pero, ante todo, humano. Aunque se trata de una persona rodeada de excentricidades, experimenta las mismas inseguridades, pensamientos y dudas que cualquiera de los mortales que le analizamos desde la distancia y aprobamos su vida a golpe de like. Sin lugar a duda, el nuevo medidor o KPI de reconocimiento y autoestima a un nivel generalizado.
Atención, spoiler alert: acuérdate de la conversación que mantiene con Mohammed acerca de una app de citas y de su ligero enfado porque aún no había recibido ningún ‘corazoncito’ en sus primeras veinticuatro horas. Impaciencia propia de quien está “mal acostumbrado” a recibirlos a cientos de miles nada más postear sus nuevos trabajos y colecciones en sus redes sociales. No sé vosotr@s, pero en la vulnerabilidad que dejan entrever sus nervios y sus ojos ansiosos pegados a la pantalla del móvil, yo pude reconocer a varias de mis amistades. Es más, incluso a mí misma.
Olivier Rousteing y Jennifer López en la MET Gala (2018)
Credit: REX
Te será difícil no emocionarte y hacer tuyo su camino hacia el hallazgo de su verdad más auténtica y genuina.
Gracias a este tipo de producciones, humanizamos al mito y nos damos cuenta de que lo único que nos diferencia los unos de los otros responde a nuestra cáscara y sus atributos meramente físicos. Al final del día, lo único que nos preocupa es volver a casa con la satisfacción de un trabajo bien hecho y que haya alguien con quien poder compartir nuestra jornada. Y eso es común vivas donde vivas, seas de donde seas.

"Cuando era joven, utilicé la moda para encontrarme a mí mismo y descubrir quién era yo realmente"