top of page
Wabi-Sabi.JPG

WABI-SABI


Japanese wisdom for a perfect imperfect life (2018), de Beth Kempton.

Por Margo

Últimamente, parece que mi SAR (Sistema de Activación Reticular) – o las cookies cerebrales, tal y como a mí me gusta llamarlo – sólo parece mostrarme un mogollón de información siguiendo un único filtro: todo lo que sea que tenga que ver con Japón.


Hace poco me saltó en mitad de un libro el término japonés, “Boketto”. Se trata de una de esas palabrejas o verbos que consiguen describir un sentimiento para el que – al menos en español- no encontramos vocablo alguno y viene a significar: “Lo que experimentas cuando te quedas mirando fijamente a un punto fijo en la distancia, perdiéndote en ti mismo y en tus pensamientos”. 

Vamos, el “quedarse empanado” como diríamos coloquialmente - pero con alma filosófica - y un buen resumen a mis vibras en este verano de 2023.


Os diré que me acabo de comprar un ‘Omamori’. Bueno, más concretamente seis, porque los otros cinco me parecieron una buena opción de regalo. Para los que os preguntéis qué es, se trata de un popular amuleto japonés que se puede ver en templos y santuarios y cuya función – como todo buen talismán que se precie- es la de proteger y dar buena suerte a todo aquél que lo lleve consigo.


Hace un par de meses, me terminé un libro que me gustó mucho: “Wabi sabi: the japanese wisdom for a perfect imperfect life”. Su autora, Beth Kemtpon, hace referencia al ‘omamori’ para cerrar el manual – perdón por el spoiler – y desearle al lector felicidad y fortuna eterna. Antes de voltear la última página, lo adereza todo con la idea-raíz de la que bebe el Wabi-Sabi. “You are perfectly imperfect, just as you are”.


El tema es que me obsesioné bastante con la idea de hacerme con uno de estos curiosos ítems y, puesto que hay muchos diferentes, me parecieron un detallito muy curioso para regalar. Así pues, no pude resistirme al de la buena salud, al que augura buenos éxitos, al que te da ánimos para superar ese examen tan crucial - ¡a por ese MIR! - o el que te promete cosas buenas muy pronto – ya verás como en seguida llegan ;) -.


No es que yo sea supersticiosa, la verdad. Tampoco es que me crea los horóscopos a pies juntillas – excepto los que me vaticinan cosas bonitas, esos por supuesto - pero me gusta leerlos. Tener uno de éstos en mi bolso no va a justificar muchos de los sucesos que me ocurran a partir de ahora – o sí, quién sabe – aun así, como llavero tampoco me molesta.


Este libro es un caramelito. De hecho, tengo varias páginas marcadas con algunos “friendly reminders” que me ayudan a cancelar mis pensamientos ponzoñosos – “Hi, Barbie: pensamientos intrusivos de Greta Gerwig” - últimamente, mucho más agudos. De hecho, este mes he transitado más veces las páginas web de bucólicas cabañitas perdidas entre los bosques del norte de España que los pasillos de mi casa... con eso os lo digo todo.

A continuación, me gustaría referiros tres enunciados o reflexiones de Kempton que me parecieron interesantes tanto para aplicar en nuestra vida personal, como para compartirlas con los que nos rodean.

En un pasaje del libro, Beth cuenta una conversación que tuvo con una amiga durante su período estudiantil en Japón. De la distendida charla, sonsacó esta lección: “Flexibility is strength. Be like the bamboo”.

A pesar del movimiento, los bosques de bambú se mantienen y crecen firmes. Cuando el viento sopla, esta planta no se resiste sino todo lo contrario: se deja mecer por el vaivén del aire, yendo con él de la mano como en una coreografía metódicamente bien ensayada. Por ello, siguiente lección magistral para franquear la vida – con permiso de Bruce Lee y su célebre “Be water my friend” - sé flexible, aprende a adaptarte a situaciones dadas y en continuo movimiento.

Por otro lado, destaco: ‘Were tada taru o shiru’. En el libro remarqué este “trabalenguas” – no lo es, pero el japonés en sí me parece un idioma fascinante de esos que te enredan la lengua en nudo marinero -  significa "I only know plenty", "Rich is the person who is content with what they have" – "No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita" - o "I have everything I need ".


Y esto me conecta con lo último: Igokochi Ga Yoi. Se usa para describir un momento de confort, de bienestar, el sentimiento placentero de “estar en casa”. Un lugar con el que te sientas con el corazón lleno, conectado a lo más sencillo y simple de las cosas. Es decir, todo aquello por lo que nos debemos sentir agradecidos.

La cáscara de este manual - su bonita portada - ya da pistas de la belleza que atesoran sus 211 páginas repletas de consejos y de mucha verdad (¡la más simple!). Además, al final incluye una serie de directrices y consejos para viajeros primerizos a la isla de Japón que, espero, poner en práctica algún día.

¿Os lo recomiendo? Al 100%.

Para concluir, os diré que mi Omamori reza – quiero pensar que no me han engañado – “Peace and joy” y “Well and lucky”. Les hice un triple nudo para no perderlos, aunque (¡qué duda cabe!) no necesito ningún amuleto japonés para darme cuenta de que soy una chica con tremenda suerte

bottom of page